Cuando un hombre o una mujer se sentía llamado a cultivar las virtudes cristianas y profundizar en el amor a Dios, tenía la opción de ingresar en alguna casa religiosa a profesar los votos de una Orden o apartarse del mundo como anacoreta.
Si aquel emplazamiento era profundo, el devoto sobresalía y era aclamado santo por voz popular. En la religión católica los santos fueron representados simbólicamente para difundir sus vidas.
Para controlar estos procedimientos y evitar que se declarara santo a quien no lo mereciera, la jerarquía eclesiástica realizó rigurosos exámenes sobre el carácter de la fe y los motivos que animaron al candidato.
A los santos reconocidos por los obispos se les asignó un día de fiesta, generalmente el aniversario de su muerte o el día de su canonización. De esta manera, se armó un calendario o santoral que ordenó día a día estas celebraciones.
Hasta 1829 existieron 64 santos y santas pertenecientes a la Orden de Predicadores o de santo Domingo. Entre enero y mayo había 32 celebraciones, el mismo número que entre junio y diciembre. Destacan las de la virgen del Rosario, patrona de los dominicos, santa Catalina de Ricci, santo Tomás de Aquino, san Vicente Ferrer, santa Catalina de Sena.
Las hagiografías del Compendio histórico [...] escrito por Manuel Amado se recogen en forma resumida en cada grabado de esta galería y se reproducen algunas de las palabras empleadas por el autor.