La Biblioteca de la Recoleta fue fundada en 1753 por el R. P. Fr. Manuel Acuña, quien trajo desde Roma los primeros libros de la colección para la educación y acrecentamiento intelectual de los frailes, que tenían por misión ser la vanguardia en el conocimiento humano y la transmisión de la verdad.
Gracias a que muchos frailes traían de sus viajes por Europa volúmenes que ayudaban a incrementar y acrecentar esta biblioteca, ella abarcaba desde la época colonial todas las ramas de la ciencia.
Con el tiempo, se impuso la necesidad de conservar y ornamentar las colecciones, y se empezaron a arreglar los volúmenes desencuadernados. El problema era que la biblioteca contaba sólo con una tosca prensa de madera, por lo que en 1877 se encargó a Europa una máquina recortadora de papel, una satinadora, una cartonera, gran variedad de caracteres y todos los útiles necesarios para empastar y dorar. Con este taller tan bien montado, la Biblioteca adquirió un aspecto elegante y "los trabajos, antes burdos, eran ahora lujosos y a la altura del arte europeo", de acuerdo con las fuentes de la propia orden.
En 1886 se inició la construcción de un nuevo edificio para la biblioteca, ya que las salas anteriores no daban abasto, y se aprobó la demolición de algunas áreas antiguas para las nuevas obras, destinadas a ofrecer todas las comodidades que exigían esos tiempos. El edificio de la biblioteca debía ocupar un lugar de distinción, por lo que se le destinó un amplio y extenso salón donde pudieran tener cabida todos los libros.
Desde inicios de la República hasta principios del siglo XX, la biblioteca de la Recoleta tuvo su mayor esplendor, obedeciendo al auge económico, social y científico del período. Consultada por grandes pensadores y sabios insignes, logró posicionarse como una de las bibliotecas con mayor acervo bibliográfico de ese tiempo, contando ya en 1910 con 33.000 volúmenes.
En 1998 fue entregada en comodato a la Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos, inaugurándose el 28 de noviembre de 2005 con un espacio una función museal, con lo que sus colecciones están disponibles para investigadores y público general; sus fondos pueden ser investigados y apreciados estéticamente bajo el prisma de un museo bibliográfico, que desarrolla permanentemente muestras y exhibiciones.
Además de su diversidad de temas, la biblioteca también destaca por poseer una gran variedad de presentaciones "objeto-libro", con diferentes datas, tamaños, formatos, facturas, tipografías, encuadernaciones y tipos de papel, que le agregan un valor incalculable a su colección patrimonial.