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Miserere y Trisagio de José Bernardo Alcedo***

Solapas secundarias

Miserere mei Deus: primera composición republicana en Chile


La fiesta de Semana Santa de 1847 fue uno de los momentos centrales en la carrera profesional de José Bernardo Alcedo y él debió presentirlo.

Aunque hace más de diez años participaba de éstas como cantante, era la primera vez que lo hacía en el cargo de Maestro de Capilla. Este título sólo funcionaría de forma interina hasta que se concretara la compra de un gran órgano que, finalmente, eliminara del todo a la orquesta con sus costos asociados.

Como todos los años, el prelado, los fieles del obispado más próximos a la capital y buena parte de la prensa santiaguina se aglomeraron en la Catedral Metropolitana para apreciar la principal función del año religioso y del espectáculo litúrgico de semana santa.

Pero la orquesta estaba en condiciones críticas y el órgano que se había encargado para su reemplazo no mostraba señales de arribo.

Aún así, Alcedo reveló ese 25 de marzo que había terminado de componer "dos versos para el Miserere, que son los últimos de este salmo; y tres para la pasión del viernes santo" (Catedral, Correspondencia vol. 4, F°94; 25/03/1847). Las composiciones, prometió, estarían terminadas el año siguiente.

El Miserere, de José Bernardo Alcedo es una de las obras más reconocida por sus propios contemporáneos. Fue compuesto en once partes, para solistas, coro y orquesta. La portada original está escrita de la siguiente manera:

"Salmo. Miserere mei deus a 4 voces y ripienos, con acompañamiento de dos violines, viola, dos clarinetes, flauta, corneta-pistón, dos trompas, dos fagotes, trombón, redoblante, tan-tan, violonchelo y bajo, por JB Alcedo. Mtro. De Capilla de esta Santa Iglesia Metropolitana de Chile y Profesor de Canto-llano del Seminario Conciliar. Año de 1848" (Catedral, Correspondencia vol. 5, F°142; 09/09/1848).



El año corresponde a la anunciada finalización de la obra para semana santa de 1848.

Para los músicos que estrenaron el Miserere, el trabajo debió ser arduo. Alcedo prefería ensayar con detalle las obras que se iban a tocar. Para el arzobispo Valdivieso ni estos ensayos ni sus gastos asociados se justificaban, pues "siendo la música la misma que siempre se ha tocado, si son también los músicos los mismos, para qué tendrán que ensayarlas" (Catedral, Correspondencia vol. 6, F°48; 13/03/1850).

Aunque este comentario fue realizado para Semana Santa de 1850, nos plantea otra posible razón para la entusiasta actividad creadora de Alcedo durante sus primeros años como Maestro de Capilla.

El Miserere mei Deus de Alcedo no logró demostrar a los altos funcionarios de la Iglesia que una orquesta era fundamental para la Catedral, pero incidió en que ésta siguiera participando en las actividades más solemnes.

Además, logró consolidar la confianza en un estilo musical más moderno, republicano y progresista que las composiciones de maestros de capilla anteriores, sin sacrificar el decoro y buen estilo esperado.

A partir de esta experiencia, Alcedo realizó otras obras, tanto para órgano y voces como para orquesta completa, las que aumentaron el total de composiciones para la Capilla.

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